El ejército ruso a fines del siglo XVIII era probablemente el ejército más grande y posiblemente uno de los más fuertes de Europa. Durante el reinado de Catalina II la Grande (1762-1796), obtuvo varias victorias importantes en el curso de las guerras con Turquía, ganó la guerra con Polonia en 1792 y jugó un papel decisivo en la represión del Levantamiento de Kościuszko en 1794. También en el curso de las guerras con la Francia revolucionaria (1792-1799), no mostró su lado equivocado. Sin embargo, las derrotas en Austerlitz (1805) y en Iława Pruska y especialmente en Fridland (1807) obligaron a cambios en el ejército ruso, que también afectaron a su caballería, incluidos los coraceros. Los coraceros del ejército ruso, como en cualquier otro ejército de Europa en ese momento, eran percibidos como caballería pesada, diseñada para realizar cargas en el campo de batalla. También eran una especie de élite de la caballería rusa. Por ello, se les asignaban soldados de muy buena condición física, altos, que iban montados en grandes caballos de unos 150-160 centímetros a la cruz. En 1805, solo había 8 regimientos de coraceros en el ejército ruso, a principios de 1812, 10 (contra 37 regimientos de dragones), y un año después, este número aumentó a 12 regimientos. La unidad táctica básica de los coraceros rusos era un escuadrón, y 5 escuadrones formaban un regimiento. El armamento principal de los coraceros rusos era una espada ancha, que fue reemplazada por un sable que, sin embargo, era muy largo (97 cm) y conservaba muchas de las cualidades de combate de la espada ancha. Como arma adicional, el coracero disponía de dos pistolas y, a menudo, un rifle de caballería. Unidades de coraceros rusos se destacaron en las batallas de Borodino (1812) y Leipzig (1813).