El M1 Abrams marcó la siguiente etapa en el desarrollo de tanques estadounidenses tras la serie M60. Chrysler completó el prototipo en 1978 y los primeros vehículos de producción aparecieron en 1980, con 30 tanques mensuales construidos en los años siguientes por General Dynamics, entonces una división de Chrysler Motors. Su avanzado blindaje Chobham convierte al M1 en el tanque de batalla principal estadounidense mejor protegido jamás concebido. Su motor de turbina de gas es más pequeño y de mantenimiento más sencillo que un motor diésel, pero el consumo adicional de combustible anula el ahorro de espacio, razón por la cual se descartó la idea de adquirir el Leopard 2, de fabricación alemana. Las miras térmicas, el telémetro láser y un sofisticado sistema de estabilización del cañón otorgan al M1 una excelente potencia de fuego en movimiento, tanto de día como de noche. En la Guerra del Golfo de 1991, el Abrams demostró ser el mejor tanque del mundo, derribando impunemente a los T-72 iraquíes. De hecho, ningún Abrams se perdió por fuego enemigo.